Corea del Sur; más que Seúl

El lugar donde la tradición sobrevive a la frenética modernidad vestida de neones y luces de color. Seúl es el punto de partida, pero es solo la puerta de entrada a un destino que mantiene su esencia ancestral y rinde culto a la habitual cultura asiática, en su versión particular.

La península de Corea alberga y ofrece mucho más que una capital de ritmo desenfrenado y desmedido. Un país de tradición, templos centenarios y montañas vírgenes conforman un destino con un sinfín de posibilidades y muy alejado del turismo habitual que visita el continente.

La carta de presentación es su capital, una parada obligatoria para recorrer las calles de una de las urbes punteras del sudeste asiático con una propuesta tan variada que contenta a todo tipo de visitantes. La magia de sus barrios, mercados callejeros, gastronomía de alta cocina o a pie de calle, la arquitectura e incluso la propuesta cultural que ofrece Seúl, la convierten en un museo constante al aire libre.

Una ciudad que ha evolucionado y crecido alrededor de puntos clave y que combina la modernidad de sus lujosos edificios como Bukchon Hanok Village, el Palacio Gyeongbokgung o la Fortaleza de Hwaseong. Visitas obligadas que se asemejan también al lujo que se respira en los cuatro hoteles top de la ciudad.

Dos de las grandes firmas globales, Four Seasons y Marriott, son las propuestas hoteleras de la capital que mantienen su excelencia habitual en un entorno moderno y adaptado al espíritu coreano. Con dos estilos muy distintos, las dos firmas se posicionan para ofrecer la mejor experiencia para los amantes del lujo en el corazón de la ciudad.

Aunque para aquellos que prefieren vivir la excelencia en espacios menos clásicos Lotte Hotel o Hotel 28 son dos opciones perfectas para conocer la capital en un ambiente más parejo al espíritu de la ciudad.

Hacia el sur

Del nervio de la capital, a 370 kilómetros hacia el sur, reposa cerca de la costa Gyeongju, la capital del antiguo reino de Silla durante casi 1000 años, que acoge como legado a su época dorada un gran número de hallazgos arqueológicos y bienes culturales. Una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y por lo que vale la pena pasar de dos a tres días.

Una urbe que respira verde, tranquilidad y un aire tradicional mucho más auténtico que el de Seúl. El Parque de los Túmulos es posiblemente el mayor atractivo. Cuesta creer que nada de lo que ves ahí ha sido creado por la naturaleza, pese a su semejanza con montañas naturales.

Las colinas que ocupan el parque fueron construidas para dar cobijo a las tumbas de los reyes de la dinastía Silla y honrarles descanso. Un regalo para los ojos, así como también la tumba de Cheonmachong o la Aldea Gyochon.

El amor por la tradición es palpable en cada rincón de Gyeongju, y aunque el lujo lo ofrece el destino, la mejor oferta hotelera recae en tres firmas: Hilton y Lahan Select con una propuesta más europea con suites amplias y decoraciones minimalistas y HanokInn un hotel enfocado a representar la cultura coreana, de suelos bajos, habitaciones simples y que ofrece diversas experiencias propias del país.

Busan: arenas doradas

Durante años a la sombra de las luces y la exposición de la capital, Busan es un destino por sí mismo en la Corea del Sur moderna. Busan aloja maravillosas extensiones de playa, todas de arena dorada, auténticos mercados callejeros locales y un espíritu que alegra la vida.

La cultura es similar a la que se expande por todo el país, pero Busan cuenta con el factor costa como embellecedor de todo lo que la rodea. Arquitectura construida al borde de acantilados y la brisa del mar que salpica a sus templos centenarios que se mezclan con sus rascacielos.

De sus visitas imprescindibles destacamos el Templo Haedong Yonggungsa, la Playa Haeundae, rodeada de modernos rascacielos de 1,5 kilómetros de longitud, o la experiencia de andar sobre el mar Oryukdo Skywalk. Una pasarela transparente donde el mar va y viene a tus pies.

Para aquellos que tengan tiempo, la Isla de Dongbaekseom es otro de los atractivos de la zona de Busan.

La firma Lotte vuelve a ser otro de los mejores hoteles del país con su apuesta de altura en la torre LCT. Una estancia perfecta para disfrutar del lujo y la calma de unas vistas al mar insuperables.

Hyatt ofrece las mismas vistas al infinito, pero en otro de los puntos emblemáticos de la ciudad; el puente Gwangan. Para los que prefieren un downtown con ritmo y espíritu, Avani Busan es el hotel perfecto para conectar con el centro de la ciudad al ritmo de las luces de neón de Seomyeon y los cafés de Jeonpo.

No hay vacaciones sin playa

Una ruta de norte a sur que acaba a 250 kilómetros de la Península en la conocida isla del amor; Jeju. Una de las islas más bellas de toda la costa perteneciente a Corea del Sur y nombrada una de las maravillas del mundo natural. Una isla que es un absoluto caos de fenómenos naturales que conviven todos en un mismo lugar: acantilados de basalto, cuevas volcánicas, pinos y huertos de mandarinas pueblan la isla. El Hawai de Corea.

De 73 kilómetros de este a oeste y 31 de norte a sur, su lejanía geográfica la mantuvo durante siglos ajena al mundo que la rodea. Una situación que le ha permitido mantener durante siglos la pureza de su paisaje con la ayuda de los harubang, las alargadas figuras de piedra volcánica que protegen la isla. Una isla que no es solo playa, también es el lugar perfecto para los amantes del senderismo y con excursiones para conocer sus montañas y volcanes. La excursión obligada es el ascenso al ‘pico del sol naciente’. 180 metros de altura y un ascenso de 600 escalones para ver el mejor amanecer en la coma de un volcán submarino.

Una isla para enamorados y amantes de la naturaleza en la que Marriott Jeju se posiciona como el mejor alojamiento. El primer resort de la isla, con interiores diseñados por el reconocido diseñador Bill Bensley. Un hotel ubicado en un acantilado cerca de Seogwipo y con vistas directas a la montaña de Sanbangsan y el amanecer de Seongsan.

Si buscas una nueva experiencia en el continente asiático, Corea del Sur es el destino por descubrir, fiel a su cultura y una belleza diferente.